sábado, 1 de julio de 2023

Arde París (reflexión sociológica)

 Arde París

El título que escogí para esta reflexión me lo inspiró, debo confesarlo, la novela de Larry Collins y Dominique Lapierre. Esa novela histórica recogía como título una pregunta, ¿Arde París?, que Hitler hizo a sus generales en 1944 para confirmar que su orden de destruir la capital francesa se estaba cumpliendo. Por suerte, el general von Choltitz, encargado de llevarla a cabo no lo hizo.

Hoy París sí está ardiendo. Lo hace en realidad desde hace ya bastantes años, cerca de cincuenta. Los episodios de disturbios que implican enfrentamientos violentísimos en las calles con la policía, el incendio de automóviles e infraestructura pública y los saqueos contra establecimientos comerciales que venden productos suntuarios ha sido una constante de cómo se expresan estos.

También hay una característica común. El principal componente de estos eventos son personas jóvenes, en condición de exclusión social y con origen étnico en las excolonias francesas del norte de África y países subsaharianos. La causa inmediata, la visible, normalmente ha sido la muerte de personas jóvenes o adolescentes por la acción de la policía.

Mucho se ha escrito y se seguirá haciendo respecto a las causas sociológicas de estas explosiones de ira social por parte de la juventud marginada urbana en Francia. Pero la reflexión que quiero compartir hoy es otra. La pregunta que me hice es, ¿porqué los asaltos, destrucción y eventualmente saqueo de los comercios? 

La imagen que se ha presentado a través del discurso oficial, replicado por los medios de comunicación, es que estos son actos delictivos. En el mejor de los casos, que son elementos antisociales infiltrados entre quienes se manifiestan legítimamente. Pero creo que este discurso se queda corto. No estoy justificando ni defendiendo los asaltos y consiguientes saqueos y destrucción, pero tampoco puedo obviar los elementos de orden simbólico que tienen estos actos. 

En primer término hay que señalar que los productos que estos comercios venden no son ni de primera necesidad ni son de bajo precio. Por el contrario, son representantes de marcas asociadas con un alto estatus social, por consiguiente, vendidos a precios muy por encima de las capacidades del grueso de la población. Estos artículos, a su vez, han sido cargados de un valor simbólico en cuanto poseer unas zapatillas deportivas o bolso de cierta marca, es un testimonio material de “éxito en la vida”. 

En esto quiero insistir. El sistema económico capitalista actual ha posicionado de manera muy fuerte que el éxito en la vida significa el poseer una capacidad de consumo asociada a una capacidad de altos ingresos. Más o menos podríamos plantearlo como que éxito = riqueza = capacidad de consumo.

Es por ello por lo que de una u otra manera, los asaltos a estos comercios, en momentos de ira social desbordada son una especie de válvula de escape para esos jóvenes a quienes la perspectiva de futuro se les plantea excluyente. Por su mismo origen social, aunado a sus orígenes étnicos, de poco vale que muchos sean ya una tercera o cuarta generación de franceses nacidos en el territorio francés. Hay una letra escarlata que dice tunecino, argelino, maliense o senegalés. No importa que siquiera conozcan los países de origen de sus abuelos. La pobreza y la discriminación pareciera está incrustada ya en sus genomas. 

Ya que no pueden, ni podrán, jamás poseer el éxito, entonces tampoco la riqueza. Pero sí los símbolos del éxito. Si los ven pasear con zapatillas Nike o Adidas, del brazo de una chica con un bolso Louis Vuitton, hay alguna posibilidad de mimetizar su condición y por consiguiente ser más fácilmente aceptados en una sociedad que no parece hacerlo plenamente.

También podría existir una motivación política instintiva. Las grandes empresas que fabrican este tipo de productos han sido asociadas con la bonanza de las sociedades. Los medios de comunicación han instaurado en el imaginario social la representación de que son ellas las que directamente tienen la llave de disminuir el desempleo y el bienestar de las personas. Una subida del precio de las acciones de Gucci en bolsa es una noticia más publicitada que una hambruna en Somalia.

A su vez, las instituciones estatales y sus representantes se expresan más como agentes de estas grandes empresas que como legítimos representantes de la sociedad en su conjunto. En el 2005, cuando sucedió un estallido similar al que ahora vemos, Sarkozy llamó a quienes estaban en las calles “escoria de la sociedad”. La falta de tacto, empatía ya de por sí exacerbó en su momento más los ánimos. Pero sobre todo porque ese epíteto lo endosó en parte por los asaltos y saqueos reforzó la idea de que gobierno y grandes empresas son lo mismo.

Así, se conforma una suerte de asociación incendiaria; la policía y el gobierno prefieren defender a los millonarios que a los pobres, a los franceses “de sangre pura” que a los “franceses de ultramar”. Por consiguiente, los establecimientos que distribuyen y comercializan esos artículos suntuarios son un blanco legítimo.

Pronto se apagarán los fuegos en París. Las vidrieras se repararán, los seguros se cobrarán, los anaqueles se surtirán de nuevo. Las cárceles francesas recibirán un cargamento de carne de presidio fresca, compuesta por un buen número de jóvenes detenidos. Se cerrará el ciclo hasta que en unos años la policía francesa se le vuelva a ir la mano, provoque la muerte de otro joven y nuevamente estalle la violencia.

© Juan Reverter Murillo. Se prohíbe su reproducción total o parcial para fines comerciales sin la autorización expresa del autor.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias y espero seguir contando con tus visitas al blog. Te invito a que te conviertas en seguidor.

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  2. Me gusta el detalle q notas sobre el simbolismo del “vandalismo” pero había q revisar su significado social y sobre todo juvenil. Roban como aspiración o como rechazo al estatu que?

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    1. Personalmente creo que no hay una única motivación. Habrá personas que lo harán por el mero hecho de robar, en el más puro y duro sentido delictivo del término. Pero creo que habrá otras que lo hacen como un acto de "resistencia" al status quo. Te recomiendo un artículo de Cecilia Eseverri Mayer titulado La "revuelta urbana" de los hijos de los inmigrantes en Francia, publicado en Migraciones Internacionales, vol. 4, num. 2, julio-diciembre 2007 que está disponible en línea. Gracias por la retroalimentación y espero seguir contando con tus visitas al blog.

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