martes, 1 de agosto de 2023

1 de agosto (corto relato íntimo)

 1 de agosto 2023

Un círculo rojo en el calendario es el recordatorio que ya es inminente la partida. Ese número uno del octavo mes, rodeado por tinta color sangre, dice que ya es hora de ir preparando la maleta. El día amaneció nublado y con lluvia, alternado con episodios de sol brillante pero de corta duración.

Para quienes vivimos en este dedo de arena señalando hacia el oeste, de cara y espaldas al mar simultáneamente, nos produce sentimientos encontrados. Por un lado se agradece la tregua que nos brinda el sol al no tener que escondernos entre las nueve de la mañana y las cuatro de la tarde. De no hacerlo se corre el riesgo de desaparecer vaporizado o quedar reducido a un puñito de materia deshidratada. Por otro lado, siendo ese inclemente astro el compañero de todos los días, se le echa algo de menos. ¿Será por eso por lo que estos días los llaman acá tristillos? No son tristes. Despectiva y contradictoriamente son tristillos.

También quisiera pensar que hay una confabulación atmosférica para decirme que sienten algo de nostalgia por mi partida. Que me iré de este dedo señalando al oeste para asentarme en una piel de toro allende el océano. Quisiera creer que en parte esa nostalgia, y un poco de rabia, será porque cruzaré un océano que no es el Pacífico y que cuando vea olas y sienta brisa marina será la del Mediterráneo. Este mar que aprendí a querer y él a mí es celoso a veces.

Vuelvo a ver mi maleta. Vacía. Se irá llenando poco a poco con mis pocas pertenencias que he decidido llevar. Camisas, zapatos, pantalones, calzoncillos y medias. Tres libros que me regalaron y se salvaron del viaje de sus compañeros a la biblioteca pública. Una americana, un sombrero de paja, los ineludibles medicamentos que diariamente tomamos quienes cruzamos la barrera de los cincuenta años, unas fotos empacadas y los documentos necesarios para ser legal en mi nuevo destino.

La maleta se hace inmensa. Es como el Tardis del Doctor Who, más grande por dentro que por fuera. Lo compruebo al meter todos los recuerdos que llevo, todas las alegrías, tristezas, decepciones, anhelos sin cumplir y los que esperan ser cumplidos. La mujer que amé y la que estoy aprendiendo a amar. La una viendo al norte, la otra quisiera pensar esperándome en la cintura del mundo. 

Seguiré empacando.

© Juan Reverter Murillo. Prohibida su reproducción total o parcial con fines comerciales sin la autorización del autor.



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